Experiencia verdaderamente transformadora

“Hacer algo pequeño de un modo excelente, es un acto grande”

 

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y un testimonio pesa más que muchas teorías. Carol Mardones, recién terminado 4° de Medicina Veterinaria en UST Santiago, comparte su vivencia tras su paso por el Voluntariado de verano:

“A un par de días de terminados los primeros trabajos voluntarios del 2024 y ya estando cada quién en casa, es cuando uno comienza a reflexionar sobre la influencia que hemos tenido sobre las familias a las que hemos apoyado, pues, aunque quizás no cambiamos el mundo entero, sin embargo, sí hemos podido aportar nuestro granito de arena y cambiar en un poquito el mundo de esas familias.

 Solo ver una sonrisa en el rostro de los niños y recibir un acogedor abrazo de los más grandes es nuestra mayor recompensa. Santo Tomás nos facilita la instancia, nosotros ponemos la garra, pero son las familias quienes abren sus puertas y corazones a este grupo de jóvenes que viene con la mayor de las voluntades a interrumpir su rutina con sus trabajos y risas por un par de días.

 ¡Gracias, Hualañé 2024, estos jóvenes Tomasinos no te olvidarán!”.

Su testimonio está lleno de agradecimiento y una profunda alegría motivada sobre todo por la apertura de las personas que les acogieron y que tocan sus vidas. Que se repiten en las tres zonas que han acogido los Trabajos voluntarios: Vicuña, Hualañé y Laja. En efecto, salir de sí mismo, dar tiempo, energías y habilidades para colaborar con otros al bien de personas que lo necesitan, contribuye realmente a mejorar el mundo y a embellecerlo. Lo decía Carol, también quienes participan crecen interiormente, tal como reflexionan al sacar sus conclusiones, y esa parte es muy importante: es parte del sello formativo, sobre todo valórico.

Sí, en el voluntariado se viven nuestros valores institucionales. Quizás el más evidente es la motivación que brota de la fraternidad y se plasma en acciones de solidaridad, así como en el respeto e inclusión -incluyendo la paciencia necesaria para convivir varios días con personas tan diferentes. Pero también se exige un conocimiento real de los casos a intervenir y de las medidas a tomar, y, además, de las propias cualidades y limitaciones como la condición para mejorar y aportar lo mejor. Todo eso es parte del amor a la verdad: conocer la realidad y discernir correctamente para tomar decisiones prudentes ante las circunstancias que surgen, siempre a partir de la realidad y respetando la dignidad de las personas. A lo anterior ayuda, como parte del amor a la verdad, el pensamiento crítico que coteja información y separa lo falso para quedarse con lo verdadero. Y por supuesto que, como fruto del esfuerzo diario, a veces sacrificado, pero con sentido de propósito, brota la alegría y la excelencia personal y compartida.

Siguiendo la reflexión de Carol quizás no de cambiar el mundo entero, pero sí un trocito, y siendo la mejor versión de sí mismo. Ya lo decía nuestro patrono, que supo mucho de superación para ayudar a otros, sobre todo a través de la formación: “Hacer algo pequeño de un modo excelente, es un acto grande” (Suma Teológica, II-II, q. 129, a. 1).

Por eso el paso por los Trabajos Voluntariados es como una escuela para la vida: a la par que tocamos y transformamos vidas, nos embellecemos a nosotros mismos, damos un paso más hacia la sublime vocación de ser verdaderamente personas.

 

Dra. Esther Gómez de Pedro

Directora nacional de Formación e Identidad, Santo Tomás