Ecos de Santo Tomás de Aquino en el Papa Francisco

Es urgente considerar «la inclinación natural a conocer la verdad sobre Dios y a vivir en sociedad»

 

La noticia de la partida del Papa Francisco este 20 de abril nos tocó. Mucho se ha hablado de su legado, su vida, su estilo. Aquí quiero referirme a la admiración que tenía hacia Santo Tomás de Aquino, manifestada numerosas veces. Así, recordaremos al Papa argentino que acompañó el caminar de la Iglesia por 12 años desde esta faceta de su corazón.

Ya en sus primeras cartas encíclicas encontramos citas al santo, varias de ellas sobre la misericordia, que ha sido como la música de fondo de su pontificado, pero también otros muchos sobre la manera en que Dios crea el mundo y su orden propio, y sobre la ley moral. Pero donde lo recoge de manera más sintética es con motivo del 750° aniversario de la muerte del santo dominico en un mensaje a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales.

«La fe de Tomás en una ley natural escrita en el corazón humano puede ofrecer ideas nuevas y válidas para nuestro mundo globalizado, dominado por el positivismo jurídico y la casuística», señaló. A pesar de que no cultivara “las ciencias sociales tal como las entendemos hoy”, fue un precursor, precisamente porque para él era evidente que la persona, como criatura de Dios, representa “lo más noble que se encuentra en todo el universo”.

Y como, en el plano del pensamiento, Tomás de Aquino sostenía que Dios es «la verdad y la luz que ilumina todo entendimiento», y que por tanto no puede haber «ninguna contradicción fundamental entre la verdad revelada y la descubierta por la razón», se seguía «que los bienes espirituales preceden a los materiales y que el bien común de la sociedad precede al de los individuos”.

Sus reflexiones sobre la justicia tuvieron clara «influencia en la configuración del pensamiento moral y jurídico moderno». Al proclamar «la dignidad intrínseca y la unidad de la persona humana» -tanto las virtudes del cuerpo como las «del alma racional»-, pudo “distinguir entre lo verdadero y lo falso y entre el bien y el mal».

Es lo que Santo Tomás llama «la inteligencia de Dios», es decir, la «capacidad innata» del ser humano «para discernir y ordenar o disponer los actos a su fin último mediante el amor», también llamado «ley natural». Allí radica la modernidad del autor de la Suma, ya que hoy se hace urgente volver a considerar «la inclinación natural a conocer la verdad sobre Dios y a vivir en sociedad» que oriente las políticas sociales que promuevan el auténtico desarrollo humano. Para el Papa esta confianza en una ley natural escrita en el corazón del hombre puede ofrecer «ideas frescas y válidas a nuestro mundo globalizado, dominado por el positivismo jurídico y la casuística», aunque -reconoce- » sigue buscando bases sólidas para un orden social justo y humano». La aceptación en la acción humana de la “gracia redentora” de Jesús, además de los beneficios espirituales tiene «ricas implicaciones» para «un orden social sólido, fundado en la reconciliación, solidaridad, justicia y cuidado mutuo».

Finalmente recuerda su profunda convicción “de que no puede haber contradicción fundamental entre la verdad revelada y la verdad descubierta por la razón, ya que Dios es la verdad y la luz que ilumina todo conocimiento”. Bonito legado del Papa Francisco haciéndose eco del gran santo de Aquino.

 

Esther Gómez de Pedro

Dirección Nacional de Formación e Identidad