Un corazón grande
(Textos tomados de los números 196, 197 y 198 de la exhortación apostólica Amoris Laetitia, del papa Francisco)
La vida en la familia grande
“Además del círculo pequeño de los cónyuges y sus hijos está la familia grande (n. 196)
No puede ser ignorada, porque «el amor entre el hombre y la mujer en el matrimonio y, de forma derivada y más amplia, el amor entre los miembros de la misma familia —entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, entre parientes y familiares— está animado e impulsado por un dinamismo interior e incesante que conduce la familia a una comunión cada vez más profunda e intensa, fundamento y alma de la comunidad conyugal y familiar» (Juan Pablo II).
Allí también se integran: los amigos y las familias amigas, e incluso las comunidades de familias (que se apoyan mutuamente en sus dificultades, en su compromiso social y en su fe).
Integrar las fragilidades (n. 197)
Esta familia grande debería integrar con mucho amor a:
- las madres adolescentes,
- los niños sin padres,
- las mujeres solas que deben llevar adelante la educación de sus hijos,
- las personas con alguna discapacidad que requieren mucho afecto y cercanía,
- los jóvenes que luchan contra una adicción,
- los solteros, separados o viudos que sufren la soledad,
- los ancianos y enfermos que no reciben el apoyo de sus hijos,
- incluso los más desastrosos en las conductas de su vida.
También puede ayudar a compensar las fragilidades de los padres, o detectar y denunciar a tiempo posibles situaciones de violencia o incluso de abuso sufridas por los niños, dándoles un amor sano y una tutela familiar cuando sus padres no pueden asegurarla.
También el suegro, la suegra y todos los parientes del cónyuge (n. 198)
Una delicadeza propia del amor y de expresar la generosidad de la entrega amorosa al propio cónyuge consiste en evitar verlos como competidores, como seres peligrosos, como invasores.
Aun cuando haya que preservar la legítima autonomía y la intimidad de la pareja, la unión conyugal reclama:
- respetar sus tradiciones y costumbres,
- tratar de comprender su lenguaje,
- contener las críticas,
cuidarlos e integrarlos de alguna manera en el propio corazón.”
Para profundizar:
- Recomendaciones de las Naciones Unidas: Una sociedad para todas las edades.
- Un testimonio: Una familia felizmente elegida.
- Suma Teológica, de santo Tomás de Aquino: II-II, q.26, a.7.