Ser hermanos
(Textos tomados de los números 194, 195 y 316 de la exhortación apostólica Amoris Laetitia, del papa Francisco)
La vida en la familia grande
(Textos tomados de los números 194, 195 y 316 de la exhortación apostólica Amoris Laetitia, del papa Francisco)
SER HERMANOS
En la familia, entre hermanos, se aprende la convivencia humana (nn. 194 y 195)
“La relación entre los hermanos se profundiza con el paso del tiempo, y el vínculo de fraternidad que se forma en la familia entre los hijos, si se da en un clima de educación abierto a los demás, es una gran escuela de libertad y de paz.
Tal vez no siempre somos conscientes de ello, pero es precisamente la familia la que introduce la fraternidad en el mundo:
· a partir de esta primera experiencia de hermandad,
· nutrida por los afectos y por la educación familiar,
· el estilo de la fraternidad se irradia como una promesa sobre toda la sociedad.
Crecer entre hermanos brinda la hermosa experiencia de cuidarnos, de ayudar y de ser ayudados. Por eso, la fraternidad en la familia resplandece de modo especial cuando vemos el cuidado, la paciencia, el afecto con los cuales se rodea al hermanito o a la hermanita más débiles, enfermos, o con discapacidad.
Hay que reconocer que tener un hermano, una hermana que te quiere, es una experiencia fuerte, impagable, insustituible, pero hay que enseñar con paciencia a los hijos a tratarse como hermanos. Ese aprendizaje, a veces costoso, es una verdadera escuela de sociabilidad.
En algunos países existe una fuerte tendencia a tener un solo hijo, con lo cual la experiencia de ser hermano comienza a ser poco común. En los casos en que no se haya podido tener más de un hijo, habrá que encontrar las maneras de que el niño no crezca solo o aislado.”
Sólo «si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros…» (n. 316)
“Una comunión familiar bien vivida es un verdadero camino de santificación en la vida ordinaria y de crecimiento místico, un medio para la unión íntima con Dios.
Porque las exigencias fraternas y comunitarias de la vida en familia son una ocasión para abrir más y más el corazón, y eso hace posible un encuentro con el Señor cada vez más pleno. (…)
Puesto que «la persona humana tiene una innata y estructural dimensión social», y «la expresión primera y originaria de la dimensión social de la persona es el matrimonio y la familia» (Juan Pablo II), la espiritualidad se encarna en la comunión familiar.
Entonces, quienes tienen hondos deseos espirituales no deben sentir que la familia los aleja del crecimiento en la vida del Espíritu, sino que es un camino que el Señor utiliza para llevarles a las cumbres de la unión mística.”
Para profundizar:
- El video: ¿Qué hago con mi hermano?, Familiologando.
- En internet: Solo por el hecho de ser hermanos no significa que sean cercanos.
- Suma Teológica, de santo Tomás de Aquino: II-II, q.26, a.8.