Sanando la envidia
(Textos tomados del capítulo cuarto de la exhortación Amoris Laetitia del Papa Francisco)
«El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no hace alarde, no es arrogante, no obra con dureza, no busca su propio interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1 Co 13,4-7).
Nuestro amor cotidiano
(n. 95) “En el amor no hay lugar para sentir malestar por el bien de otro. La envidia es una tristeza por el bien ajeno, que muestra que no nos interesa la felicidad de los demás, ya que estamos exclusivamente concentrados en el propio bienestar.
Mientras el amor nos hace salir de nosotros mismos, la envidia nos lleva a centrarnos en el propio yo.
El verdadero amor:
- valora los logros ajenos, no los siente como una amenaza,
- se libera del sabor amargo de la envidia,
- acepta que cada uno tiene dones diferentes y distintos caminos en la vida,
- procura descubrir su propio camino para ser feliz, dejando que los demás encuentren el suyo.”
(n. 96) “El amor nos lleva a una sentida valoración de cada ser humano, reconociendo su derecho a la felicidad:
- amo a esa persona, la miro con la mirada de Dios Padre, que nos regala todo para que lo disfrutemos,
- y entonces acepto en mi interior que pueda disfrutar de un buen momento.
Esta misma raíz del amor, en todo caso, es lo que me lleva a:
- rechazar la injusticia de que algunos tengan demasiado y otros no tengan nada,
- buscar que también los descartables de la sociedad puedan vivir un poco de alegría.
Pero eso no es envidia, sino deseos de equidad.”
Para reflexionar:
- ¿Me provocan sentimientos de envidia los bienes, los logros, los dones o la felicidad de otros miembros de mi familia?
- ¿Soy capaz de superar esos sentimientos gracias al amor, valorando a esas personas por ellas mismas, con la mirada de dios Padre, aceptando que cada uno tiene dones diferentes y distintos caminos en la vida para ser feliz?
La Envidia en la Suma Teológica de santo Tomás de Aquino: II-II, q.36.