Paciente Realismo
La Educación de los Hijos
(Francisco, Amoris Laetitia, nn. 271-273)
“Pedir a un niño o a un joven sólo aquellas cosas que no le signifiquen un sacrificio desproporcionado.
Reclamarle sólo una cuota de esfuerzo que no provoque resentimiento o acciones puramente forzadas.
El camino ordinario es proponer pequeños pasos que:
· puedan ser comprendidos, aceptados y valorados,
· impliquen una renuncia proporcionada.
De otro modo, por pedir demasiado, no logramos nada.
· La persona, apenas pueda librarse de la autoridad, posiblemente dejará de obrar bien.
Experiencias de abandono, de desilusión, de carencia afectiva, o por una mala imagen de los padres.
Hay que ayudar a los adolescentes a practicar la analogía:
· los valores están realizados especialmente en algunas personas muy ejemplares,
· pero también se realizan imperfectamente y en diversos grados.
Es necesario ayudarles a hacer un camino de curación de ese mundo interior herido, de manera que puedan dar un paso para comprender y reconciliarse con los seres humanos y con la sociedad.
Avanzar de diversas maneras de acuerdo con la edad y con las posibilidades concretas de las personas.
Sin pretender aplicar metodologías rígidas e inmutables.
Pero también la libertad requiere cauces y estímulos:
· abandonarla a sí misma no garantiza la maduración;
· la libertad concreta, real, es limitada y condicionada;
· no es una pura capacidad de elegir el bien con total espontaneidad.
Por ejemplo, un adicto compulsivo a la droga:
· cuando la quiere lo hace con todas sus ganas, pero está tan condicionado que por el momento no es capaz de tomar otra decisión;
· por lo tanto, su decisión es voluntaria, pero no es libre;
· no tiene sentido «dejar que elija con libertad», ya que de hecho no puede elegir, y exponerlo a la droga sólo aumenta la dependencia;
· necesita la ayuda de los demás y un camino educativo.”