La vida familiar como contexto educativo III

La Educación de los Hijos

LA VIDA FAMILIAR COMO CONTEXTO EDUCATIVO – III

(Francisco, Amoris Laetitia, nn. 278, 279 y 84)

 

 

Las tecnologías de la comunicación y la distracción, cada vez más sofisticadas

Pueden facilitar o perjudicar el encuentro educativo entre padres e hijos:

·         Cuando son bien utilizadas pueden ser útiles para conectar a los miembros de la familia a pesar de la distancia. Los contactos pueden ser frecuentes y ayudar a resolver dificultades.

·         Pero debe quedar claro que no sustituyen ni reemplazan la necesidad del diálogo más personal y profundo que requiere del contacto físico, o al menos de la voz de la otra persona.

·         A veces estos recursos alejan en lugar de acercar, como cuando en la hora de la comida cada uno está concentrado en su teléfono móvil, o como cuando uno de los cónyuges se queda dormido esperando al otro, que pasa horas entretenido con algún dispositivo electrónico.

En la familia, también esto debe ser motivo de diálogo y de acuerdos, que permitan dar prioridad al encuentro de sus miembros sin caer en prohibiciones irracionales.

De cualquier modo, no se pueden ignorar los riesgos de las nuevas formas de comunicación para los niños y adolescentes:

·         A veces los convierten en abúlicos, desconectados del mundo real.

·         Este ‘autismo tecnológico’ los expone más fácilmente a los manejos de quienes buscan entrar en su intimidad con intereses egoístas.

Prolongación de la paternidad en una realidad más amplia

Tampoco es bueno que los padres se conviertan en seres omnipotentes para sus hijos, que sólo puedan confiar en ellos, porque así impiden un adecuado proceso de socialización y de maduración afectiva.

Las comunidades cristianas están llamadas a ofrecer su apoyo a la misión educativa de las familias:

·         De manera particular a través de la catequesis de iniciación.

·         Necesitamos reavivar la alianza entre la familia y la comunidad cristiana.

La escuela católica desarrolla una función vital de ayuda a los padres en su deber de educar a los hijos:

·         Ayudar a los alumnos a crecer como adultos maduros que pueden ver el mundo a través de la mirada de amor de Jesús y comprender la vida como una llamada a servir a Dios.

·         Para ello hay que afirmar decididamente la libertad de la Iglesia de enseñar la propia doctrina y el derecho a la objeción de conciencia por parte de los educadores.”

“El Estado ofrece un servicio educativo de manera subsidiaria:

·         Acompañando la función indelegable de los padres, que tienen derecho a poder elegir con libertad el tipo de educación —accesible y de calidad— que quieran dar a sus hijos según sus convicciones.

·         La escuela no sustituye a los padres sino que los complementa.

·         Este es un principio básico: «Cualquier otro colaborador en el proceso educativo debe actuar en nombre de los padres, con su consenso y, en cierta medida, incluso por encargo suyo» (Juan Pablo II, Carta a las familias, n. 16).”

Para profundizar: