Formación ética de los hijos

La Educación de los Hijos

 

(Francisco, Amoris Laetitia, nn. 263-267)

 

“Aunque los padres necesitan de la escuela para asegurar una instrucción básica de sus hijos, nunca pueden delegar completamente su formación moral.

El desarrollo afectivo y ético de una persona requiere de una experiencia fundamental: creer que los propios padres son dignos de confianza. Esto constituye una responsabilidad educativa: generar confianza en los hijos con el afecto y el testimonio, inspirar en ellos un amoroso respeto. (…)

Educación de la voluntad y desarrollo de hábitos buenos e inclinaciones afectivas a favor del bien.

Esto implica que se presenten como deseables comportamientos a aprender e inclinaciones a desarrollar.

Pero siempre se trata de un proceso que va desde lo imperfecto a lo más pleno: el deseo de adaptarse a la sociedad o el hábito de renunciar a una satisfacción inmediata, para adaptarse a una norma y asegurarse una buena convivencia, es ya en sí mismo un valor inicial que crea disposiciones para trascender luego hacia valores más altos.

La formación moral debería realizarse siempre:

  • con métodos activos,
  • con un diálogo educativo (que incorpore la sensibilidad y el lenguaje propio de los hijos),
  • de modo inductivo (que el hijo pueda llegar a descubrir por sí mismo la importancia de determinados valores, principios y normas, en lugar de imponérselos como verdades irrefutables).

Necesidad de educar en virtudes morales.

Para obrar bien no basta «juzgar adecuadamente» o saber con claridad qué se debe hacer —aunque esto sea prioritario—. Muchas veces somos incoherentes con nuestras propias convicciones, aun cuando sean sólidas.

Por más que la conciencia nos dicte determinado juicio moral, en ocasiones tienen más poder otras cosas que nos atraen, si no hemos logrado que el bien captado por la mente se arraigue en nosotros como profunda inclinación afectiva, como un gusto por el bien que pese más que otros atractivos, y que nos lleve a percibir que eso que captamos como bueno lo es también «para nosotros» aquí y ahora. (…)

También las costumbres adquiridas desde niños tienen una función positiva, ayudando a que los grandes valores interiorizados se traduzcan en comportamientos externos sanos y estables. (…) Si durante mucho tiempo no se ha habituado por la insistencia de los mayores a decir «por favor», «permiso», «gracias», su buena disposición interior no se traducirá fácilmente en estas expresiones.

La virtud es una convicción que se ha trasformado en un principio interno y estable del obrar. La vida virtuosa, por lo tanto, construye la libertad, la fortalece y la educa, evitando que la persona se vuelva esclava de inclinaciones compulsivas deshumanizantes y antisociales.

Medios para educar en virtudes morales.

El fortalecimiento de la voluntad y la repetición de determinadas acciones construyen la conducta moral, y sin la repetición consciente, libre y valorada de determinados comportamientos buenos no se termina de educar dicha conducta. (…)

La educación moral es un cultivo de la libertad a través de:

  • propuestas, motivaciones, aplicaciones prácticas,
  • estímulos, premios, ejemplos, modelos, símbolos,
  • reflexiones, exhortaciones, revisiones del modo de actuar y diálogos (…).”

 

_______________________________________________________________________________________

Para profundizar: