El Amor como base y fundamento de la Familia

El psiquiatra español Aquilino Polaino ha escrito un artículo en el que plantea algunos principios relevantes para la mejora de la familia en el siglo XXI. Estos son fruto del análisis y evaluación de una vasta y prolongada experiencia clínica y personal como terapeuta matrimonial y familiar. Entre los principios que señala se encuentra la coherencia entre las convicciones y los comportamientos.

En primer lugar, se destaca la importancia de tener convicciones para que podamos actuar de acuerdo con ellas según el proyecto que queramos realizar. Esto significa la necesidad de conocer el proyecto, sus características propias, sus requisitos y exigencias, más allá de las opiniones o los pareceres que se puedan tener al respecto.

La formación de una familia es un proyecto importante en la vida de toda persona. Si nos preparamos durante largos periodos de tiempo para ejercer una profesión o un trabajo, con cuanta mayor profundidad y esmero deberíamos prepararnos para este proyecto de formar una familia, ya que de él depende de manera importante no solo la felicidad personal sino la de todos y cada uno de los integrantes de la familia.

En este camino de preparación un primer paso a dar es el desarrollo de nuestra capacidad personal de amar. “El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente”. (Juan Pablo II, Redemptor Hominis)

El amor que está en la base de la formación de la familia implica un amor de benevolencia mutua, un amor que quiere, como acto de la voluntad más que como fruto de la sensibilidad, el bien, todo aquello que le corresponde para su desarrollo pleno, de la persona amada. Este amor se goza en la existencia del otro no por sus cualidades o posesiones sino por la persona misma.  El amor de benevolencia es condición necesaria pero no suficiente para la formación de la familia, se requiere también un amor de donación/aceptación total y exclusiva del otro.

Esta donación/aceptación implica un esfuerzo y trabajo por crecer armónicamente en todas las dimensiones de la persona, por ser cada día mejor persona.  Implica también una disposición para darse al otro y a la vez un reconocimiento de la propia fragilidad y necesidad de recibir los dones del otro para poder desarrollarnos adecuadamente como personas.

Estas afirmaciones que pueden resultar un poco chocantes en un mundo que proclama un individualismo y autosuficiencia a ultranza, no contradicen la naturaleza del ser humano, más bien la reconocen, respetan y favorecen su desarrollo, es decir, reconocen que la persona es capaz de establecer vínculos con otros, de salir de sí misma para entrar en relación con otros. Reconocen también la capacidad de acoger a los demás por encima de sus cualidades o los beneficios que nos puedan aportar. Nuestro pleno desarrollo como personas según nuestra naturaleza no se verá realizado sin el ejercicio de esta dimensión social, nos dañamos irreparablemente si permanecemos recelosos y cerrados a los demás.

Cuando se piensa en el proyecto del matrimonio y la familia es importante tener esto en cuenta. Se requiere que uno salga de sí mismo para darse al otro y también hacer espacio en sí mismo para aceptar al otro. Cuando nos volvemos hacia nosotros mismos en actitudes egoístas estamos fomentando el resquebrajamiento de la familia.

Este salir de sí para donarse y/o acoger el don del otro de manera radical y exclusiva, en que consiste el matrimonio y la familia, es el primer principio, el más relevante a satisfacer para la mejora de la familia en el siglo XXI.

Para la reflexión

1.- ¿Qué disposiciones y acciones fortalecen los vínculos con los demás miembros de mi familia?

2.- ¿Cómo se puede manifestar el individualismo en nuestra vida de familia y qué consecuencias puede tener?

3.- ¿Qué dificultades personales, ambientales… tengo para compartir con los demás miembros de mi familia y cómo las puedo ir superando?

 

María Montserrat Martín

Instituto Berit de la Familia, UST