Crecer en el Amor: Alegría y belleza (2)

 (Textos tomados del capítulo cuarto de la exhortación Amoris Laetitia del Papa Francisco)

CRECER EN EL AMOR

Alegría y belleza (2)

128. La experiencia estética del amor se expresa en esa mirada que contempla al otro como un fin en sí mismo, aunque esté enfermo, viejo o privado de atractivos sensibles.

¡Cuántas cosas hacen a veces los cónyuges y los hijos para ser mirados y tenidos en cuenta! Muchas heridas y crisis se originan cuando dejamos de contemplarnos. Eso es lo que expresan algunas quejas y reclamos que se escuchan en las familias:

  • «Mi esposo no me mira, para él parece que soy invisible».
  • «Por favor, mírame cuando te hablo».
  • «Mi esposa ya no me mira, ahora sólo tiene ojos para sus hijos».
  • «En mi casa yo no le importo a nadie, y ni siquiera me ven, como si no existiera».

El amor abre los ojos y permite ver, más allá de todo, cuánto vale un ser humano.

129. La alegría de ese amor contemplativo tiene que ser cultivada. Las alegrías más intensas de la vida brotan cuando se puede provocar la felicidad de los demás, en un anticipo del cielo.

Cabe recordar la feliz escena del film La fiesta de Babette, donde la generosa cocinera recibe un abrazo agradecido y un elogio: «¡Cómo deleitarás a los ángeles!».

Es dulce y reconfortante la alegría de provocar deleite en los demás, de verlos disfrutar. Ese gozo, efecto del amor fraterno, no es el de la vanidad de quien se mira a sí mismo, sino el del amante que se complace en el bien del ser amado, que se derrama en el otro y se vuelve fecundo en él.

130. Por otra parte, la alegría se renueva en el dolor. Como decía san Agustín: «Cuanto mayor fue el peligro en la batalla, tanto mayor es el gozo en el triunfo».

Después de haber sufrido y luchado juntos, los cónyuges pueden experimentar que valió la pena, porque:

  • consiguieron algo bueno,
  • aprendieron algo juntos,
  • o porque pueden valorar más lo que tienen.

Pocas alegrías humanas son tan hondas y festivas como cuando dos personas que se aman han conquistado juntos algo que les costó un gran esfuerzo compartido.

 

Compañía y felicidad, en la Suma Teológica de santo Tomás de Aquino: I-II, q.4, a.8