Mirada renovada ante el nuevo año

No cansarse nunca de estar empezando siempre” en nuestro caminar diario.

Parece que nunca iba a llegar, pero estamos finalizando el 2021, el segundo año de la pandemia. Al mirar hacia atrás sentimos con fuerza la fugacidad de la vida, quizás cansancio o desesperanza o, por el contrario, esperanza y ánimo. Mientras que la mirada al futuro podría generar preocupación ante los problemas por resolver o ilusión ante los nuevos desafíos, lo que es normal.

Igual que nosotros, Tomás de Aquino se proyectó año a año, luchó por sus ideales, alcanzó sus metas, hizo el bien a su alrededor y, por fin, descansó en Dios. Ahora bien, en consonancia con lo que hemos celebrado recientemente en Navidad, su actitud natural ante las preocupaciones del día a día se vio influida precisamente por acoger en su vida a Dios y el mensaje de Belén.

En su Comentario a las peticiones del Padre Nuestro, Santo Tomás ofrece algunas pistas sobre su actitud al comentar la petición de “hágase tu voluntad”. La primera brota al descubrir el sentido más profundo de la vida humana -buscar y alcanzar la vida eterna-, que conseguiremos cumpliendo la voluntad de Dios en nuestra vida. Por ello, para tender a la meta que Dios nos propone y para lo cual nos presta una serie de ayudas, cada uno debemos cooperar y renovar sus ideales en la vida.

Efectivamente, “dos factores contribuyen necesariamente a la obtención de la vida eterna, la gracia de Dios y la voluntad del hombre; pues, aunque Dios hizo al hombre sin cooperación de éste, no lo salva sin ella, según dice Agustín […] Por tanto, no confíes en ti mismo, sino en la gracia de Dios; pero, por otra parte, no rehúyas tu esfuerzo, antes bien, empléalo. Por ello no dice “hagamos”, para que no pareciera que nada tiene que hacer la gracia de Dios; ni dice “haz”, pasando por alto nuestra voluntad y esfuerzo; sino “hágase”, por la gracia de Dios cooperando diligentemente nosotros”.

Nuestro esfuerzo que colabora con la ayuda de Dios es, por tanto, necesario para llegar a la meta final, pues permite vencer y superar el cansancio natural en la prosecución del logro, así como los atisbos de desesperación ante las dificultades que a veces experimentamos. Y ese esfuerzo nos hará renovar los ideales y redoblar los deseos y fuerzas para caminar por la vida poniendo “toda la carne en el asador”. En cierta manera responde al famoso “año nuevo, vida nueva” al renovar el entusiasmo con las metas y ayudar a reordenarlas, en último término, a la definitiva de la vida eterna.

Pero en ese esfuerzo nos previene Santo Tomás de algunos vicios a evitar. Uno es desear cosas desmedidas, que superan “nuestro estado y condición”, como el que soñara con ser famoso o con un cargo millonario despreciando al resto. Otro vicio es un afán tan grande por las cosas de esta vida que genere una preocupación excesiva por ellas, una ambición desordenada, fuente de frustraciones y fracasos, o en poner toda la confianza en uno mismo y en su trabajo, desconfiando del dador de todo bien, de Dios. Y aunque es lógico sentir cierta preocupación ante el futuro, nunca deberíamos perder la paz si nos sabemos cuidados por un Padre celestial. Por eso dice que “algunos se inquietan en el momento presente por lo que será a largo plazo de sus asuntos temporales; los que actúan así, jamás hallan sosiego. Cristo nos enseña a pedir que hoy se nos dé nuestro pan, es decir, lo que es necesario para el momento actual”. Y si elevamos a diario esa súplica, cada día tendremos las fuerzas y los recursos para seguir adelante.

Por eso, al examinar el año que pasó y proyectarnos al nuevo, procede la actitud de volver a empezar, de ordenar o reordenar lo que hacemos y lo que tenemos para acercarnos a nuestro verdadero fin; renovando todo el ánimo y el esfuerzo y a la vez confiando en la gracia de Dios, pues Él ha prometido su ayuda a sus criaturas más amadas, especialmente a través de Cristo, su Hijo y nuestro Salvador, que se hace tangible en el Niño de Belén. ¿No sería esta la actitud de Santo Tomás?

 

Esther Gómez de Pedro
Dirección Nacional de Formación e Identidad