Alegrarse con los demás

(Textos tomados del capítulo cuarto de la exhortación Amoris Laetitia del Papa Francisco)

«El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no hace alarde, no es arrogante, no obra con dureza, no busca su propio interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1 Co 13,4-7).

NUESTRO AMOR COTIDIANO

(n. 109) “La expresión jairei epi te adikía indica algo negativo afincado en el secreto del corazón de la persona. Es la actitud venenosa del que se alegra cuando ve que se le hace injusticia a alguien.

 

La frase se complementa con la siguiente, que lo dice de modo positivo: sygjairei te alétheia: se regocija con la verdad. Es decir, se alegra con el bien del otro:

  • cuando se reconoce su dignidad,
  • cuando se valoran sus capacidades y sus buenas obras.

 

Eso es imposible para quien necesita estar siempre comparándose o compitiendo, incluso con el propio cónyuge, hasta el punto de alegrarse secretamente por sus fracasos.

 

(n. 110) Cuando una persona que ama puede hacer un bien a otro, o cuando ve que al otro le va bien en la vida, lo vive con alegría.

  • Y de ese modo da gloria a Dios, porque «Dios ama al que da con alegría» (2 Co9,7). Nuestro Señor aprecia de manera especial a quien se alegra con la felicidad del otro.
  • Si no alimentamos nuestra capacidad de gozar con el bien del otro y, sobre todo, nos concentramos en nuestras propias necesidades, nos condenamos a vivir con poca alegría, ya que como ha dicho Jesús «hay más felicidad en dar que en recibir» (Hch20,35).

 

La familia debe ser siempre el lugar donde alguien, que logra algo bueno en la vida, sabe que allí lo van a celebrar con él.”

 

Para reflexionar:

  • ¿Nos alegramos cuando a alguien de nuestra familia le va bien? ¿Lo celebramos con él?
  • ¿Nos entristecen los fracasos de los miembros de nuestra familia, o que sean tratados de manera injusta? ¿O aquello nos alegra secretamente, porque así nos sentimos superiores?

 

El gozo de la caridad, en la Suma Teológica de santo Tomás de Aquino: II-II, q.28.